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205.- Los números no cuentan

Erica González Miguel

 

– ¿Cuántos años vive una avispa? ¿Y un girasol? La avispa tiene una esperanza de vida de entre 2 y 4 semanas, a pesar que otros insectos de su misma raza pueden prolongar su vida hasta un año. Un girasol vive de media entre 5 y 6 meses como planta. Sus flores tan solo unas 4 semanas, y en verano, claro. Porque necesita abundante agua, pero también la luz del sol.

Suena una campana.

Sofía se despide de ellos:

– Bien niños, mañana a las 12h tenemos clase. Quiero que los 23 me traigáis una lista de 5 seres vivos y su esperanza de vida. Descansad monstruitos.

Martina sale de clase. Es un poco más tarde que otros días porque se ha quedado hablando. Camina un pequeño trecho hasta casa. El colegio está cerca, en la misma acera, así que este año ya va y viene sola, pero antes de entrar se sienta a leer bajo el olivo. Hoy se fija especialmente en la naturaleza que la rodea.

Juanjo sale de la oficina, son las 14.10h. Sale corriendo para llegar a casa a las 14:25h y comer en 23 minutos. Camina durante 972 metros exactamente desde la puerta de su despacho en la planta 8 del edificio 3 hasta la cocina de su casa. No se ha detenido a hablar con Martina porque ni la ha visto.

Justo bajo el olivo hay un hormiguero. Las hormigas son un pequeño ejército que camina sin salirse de la línea recta. Llevan paso ligero. Saben por qué están allí. El olivo de los Meneses sigue dando las mejores aceitunas de la comarca. Bueno, igual no tanto, pero Martina no duda en decirlo a todo su entorno. Y, desde luego, son las mejores aceitunas de la comarca para ese pequeño hormiguero de hormigas rufas que han elegido instalar allí su hogar.

Hoy sólo las observa un rato, tiene que entrar a comer.

Juanjo ha puesto 4 platos: dos hondos y dos llanos, 6 cubiertos, 2 a la derecha y 1 a la izquierda de cada plato. Pan, siempre a la izquierda. Y 2 vasos con agua. Silvia hoy no viene a comer, tiene mucho trabajo. Desde hace 4 días está llegando a casa a las 22h. No antes, sí más tarde.

Son las 14:48h, Juanjo limpia su boca con la servilleta, lava sus dientes, los enjuaga y escupe 3 veces. La coliflor gratinada es su plato favorito, pero casi no la ha saboreado, no ha podido esperar que se enfriara, no hay tiempo, y si la comida quema no sabe igual. Y casi se mancha la corbata cuando Martina ha intentado cortar su solomillo con la mano que no es (según su padre).

– El cuchillo en la derecha – repite Juanjo continuamente

– Soy zurda – responde Martina

– “Soy” bobadas que dices, con la derecha, que casi me manchas.

Juanjo tiene 17 corbatas distintas: 3 azules, 2 rojas, 5 de animales, 1 de notas musicales, 2 de rayas, 3 de lunares y la negra de las bodas. Hoy lleva una de las azules. Cuesta 12,50 euros lavarla en la tintorería. Así que hoy el filete se corta con la derecha en casa de los Meneses.

Martina ha tardado en comer un buen rato, se divierte jugando con la servilleta. Hoy era un conejo porque así lo ha decidido Paco, su abuelo materno, que siempre tiene algo que enseñarle.

Al abuelo le sale de miedo la coliflor gratinada. Es el plato favorito de Martina:

– Me gusta cuando el abuelo cocina para nosotros – piensa la niña. Martina piensa mucho. Y también habla mucho, le gusta contar las cosas, relatarlas más bien. – Después de contarme alguna historia y un chiste malo nos hemos echado la siesta, juntos, nos quedamos fritos en el sofá un buen rato.

No sé ni qué hora es cuando despertamos, y entonces me acuerdo de lo que dijo Sofía: “una lista de 5 seres vivos y su esperanza de vida. Descansad monstruitos”.

– Vale, ya he descansado. Ahora falta la lista. Pero ¿y para qué está aquí el abuelo? Vamos a la calle.

Primero hablamos de nosotros, los seres humanos, en Europa tenemos una esperanza de vida de 83,4 años. Algunos se mueren antes y otros más tarde, pero eso es igual. Bueno, no es igual, pero quizás vivió más el que murió con 53 pero lleno de vida, que el que murió a los 92 pero nunca hizo nada que le diera “pellizco”. Porque sí, se puede morir uno lleno de vida o vivir muerto. Entonces el abuelo me cuenta todo lo que él ha disfrutado de la vida, la de pellizcos que tuvo y aunque tiene 75 años aún tiene muchas ganas de vivir. Dice que aún le quedan muchas cosas por hacer. Entre otras viajar al Sahara, el abuelo dice que allí son más felices porque no llevan reloj. Papá sí, uno que le costó carísimo, y por eso tiene 45 años y está siempre triste.

Después vamos al salón. Allí, en la pecera, quedan 2 peces guppys. Este tipo de pez de acuario tiene una esperanza de vida de 2 años. Al pez guppy se le pasa muy lenta la vida porque a pesar de lo que siempre se dijo, el abuelo me confirma que un pez sí tiene memoria. Así que imagina, pasar 2 años sin hacer nada y lo peor… acordarte de ello. También hay muchos humanos que no hacen nada, el abuelo les llama los humanez, mitad humano mitad pez. Nuestro vecino es uno de ellos, solo pasea a sus dos dálmatas y yo me río mucho porque creo que son los dálmatas quienes le pasean a él, para que salga de casa.

Y hablando de Dálmatas, ya tenemos nuestro tercer ser vivo. Me parece que son los perros más bonitos del barrio, al menos los más elegantes. Viven aproximadamente 13 años y lo hacen de una manera entrañable, siempre fue un perro muy familiar. Todos los niños nos acercamos a ellos porque esta raza se caracteriza por ser amigable. Además apenas ladran, no me gustan los perros que ladran sin parar. Nuestro vecino, el humanez, en realidad se llama Tino, y aunque no le guste hacer muchas cosas es muy simpático y bueno con nosotros, también con sus dálmatas, que por supuesto duermen a sus pies y lo agradecen porque con el pelo tan cortito que tienen suelen pasar frío.

Hay personas que no son amigables con los niños, bueno, ni con los niños ni con nadie, y siempre están con cara de enfado, es más, en ocasiones “ladran”, por eso no me gustan los ladridos, me recuerdan a esas personas y a su mal humor. Como Ramón, el conserje del cole, nunca le he visto sin estar enfadado. Bueno sí una vez, el día que le dijeron que en 6 meses se jubila.

La tarde va pasando y estoy feliz de pasarla con el abuelo. Papá y mamá siempre llegan tarde a casa. Esta actividad de la profe Sofía me está encantando. Conocer datos sobre los seres vivos que tenemos cerca es apasionante.

– ¡Casi me olvido abuelo! ¡Ya sé quién es el cuarto!

– Ah sí, espero que no haya un ratón por casa, ¡sabes que les tengo pánico!

El abuelo no les tiene pánico, lo dice porque yo sí que se lo tengo y así el día que nos encontremos uno, yo me tendré que hacer la valiente para cazarlo porque él no va a poder.

– Deja abuelo, los ratones en sus agujeros. Frío, frío… El cuarto ser vivo es: EL OLIVO

Como ya sabéis, el Olivo de mi familia da las mejores aceitunas de la comarca. ¡Qué sí, qué sí!, de la comarca. Bien lo saben esas hormigas. Y mira por dónde… ya tenemos el último de los seres vivos.

Pero vamos por orden.

El OLIVO, a pesar de tener un crecimiento muy lento puede vivir incluso más de mil años. Se dice que el más viejo conocido en nuestro país tiene 1702 años. Nuestro querido olivo tiene 978 años, y el abuelo tiene mucha pena porque le gustaría que alcanzara los mil y él viviera para celebrarlo. Yo siempre le digo que no se preocupe, que pienso hacer una fiesta de cumpleaños con todo el barrio y nuestros amigos, tan grande tan grande y con tanta comida y música que lo va a oír desde el cielo si es que no sigue en la tierra.

Este año ha dado unas aceitunas excelentes y además muchas, no ocurre todos los años, no se sabe el porqué. Este fenómeno recibe el nombre de Vecería, y me gusta, porque todos los años es una incertidumbre que hace que la espera sea pura emoción ante la incógnita de qué pasará ese año.

Hay personas que son así, cambiantes, tienen Vecería también, y esas personas no me gustan. El tío Luis hay días que viene muy contento y otros muy enfadado, y no sabes cuándo va a sonreír o cuando te va a decir un “eso son bobadas”. Pero yo le quiero tanto que no me importa, dice el abuelo que de pequeño no era así, disfrutaba más de todo.

Y entre ser vivo y ser vivo se les pasa la tarde a Paco y Martina, pero aún les queda el último de los seres vivos.

– Elijo… – dice Martina – Las hormigas Rufas, que viven en torno a 3 años. Si es la reina pueden llegar a vivir hasta 15 años. Tardan horas en llevar la aceituna hasta su agujero pero no les importa, son trabajadoras y disciplinadas. Se ayudan entre ellas y trabajan por su colonia y su colectivo. Y duermen, claro que duermen. Aproximadamente 4 horas al día divididas en mini–siestas.

Hasta las hormigas descansan. Papá y mamá se han olvidado. Trabajan como hormigas pero han borrado de su vocabulario la palabra disfrutar, y hace tiempo que no piensan en lo corto que puede ser nuestro paso por la Tierra.

Que la esperanza de vida, como otras muchas cosas, sólo es un número.

Por cierto, yo tengo unos 17 dientes, 3 cicatrices, 2 moratones, 3 mejores amigas, 10 rotus de colores y 1 pez (el otro murió esta tarde mientras hacíamos el trabajo, quién nos lo iba a decir…) y eso suma algo así como 7 años.

Y todos estos datos no los sabía yo ¿vale? Me los ha dicho el abuelo.

Quizás papá y mamá y todos los adultos menos el abuelo, un día comprendan que no es bueno usar tantos números… ¿qué es la vida si no la suma de muchos momentos? ¿Y es que los paseos, los juegos, o los abrazos se pueden contar?

Por ahora me voy a la cama para dormir y descansar como nos dijo Sofía, deseando que llegue la clase de Naturales.

Y no pienso contar ovejas, prefiero una historia del abuelo de esas que no se pueden “Contar” y sin embargo se cuentan.

 

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